De cantar y otros delirios

Yo no sé los demás, pero cuando canto, la sensación que tengo es de ser una pelota que rebota contra las paredes de una habitación blanca. Blanca, sin puertas ni ventanas, blanca cal. Como si toda yo me hiciera bola dentro de la voz, por decirlo de alguna manera. Y en esa habitación sólo estoy yo, o ése tipo de yo, es como si por unos momentos habitara en lo más hondo de mi garganta, ahí donde nace la música. Y vosotros, todos los que escucháis, en realidad no podéis hacer más que pegar un oído a la pared, pero nunca vais a oír la voz de dentro la habitación. Nunca voy a cantar para vosotros:  siempre para mí. Y no es algo que elija; a mí me encanta ser escuchada, me enamora compartir. Sin embargo, no voy a cantar nunca para vosotros. Lo que sí puedo hacer es cantar para mí para vosotros. Pero la voz que rebota contra las paredes, es secreto exclusivamente mío, es un último reducto inhabitado.